Lohrena se pegó todo el día y la noche siguiente,
pendiente a Rhage. Le tapaba cuando temblaba de frio, le secaba el sudor de la
frente, le daba alka-seltzer cuando lo necesitaba. Era un capullo y un
mentiroso y aún estaba dolida y enfadada por lo que había visto en el club,
pero era el padre de su hijo. Y al contrario que Muhrder, él la quería
proteger, la quería convertir en su Shellan y criar a su hijo juntos.
Por muy enfadada que estuviera, no podía dejarlo sufrir. Y si era sincera,
necesitaba la protección que él y la Hermandad podían darle. Si Muhrder
realmente había vuelto a por ella... necesitaba ser protegida, tanto ella como
su hijo. Rhage gruñó y se agitó un poco por lo que Lohrena se acercó,
quitándole el pelo de la cara. Abrió los ojos y el azul intenso de su mirada le
llego al alma.
- Hey, ¿cómo estás?
- Bien. Mejor.
- Tus hermanos están muy preocupados por ti.
- Siempre lo están. No... No he hecho daño a nadie
¿verdad?
Lohrena frunció el ceño. Como iba a hacerle daño a
nadie cuando estaba claro que el que había sufrido todo el daño, era él.
- No, claro que no.
Rhage suspiró aliviado.
- Necesito una ducha.
Su estómago rugió.
- Y comida.
- Ve a ducharte que yo llamo a Fritz. ¿Qué te pido?
- Lo de siempre, él sabrá lo que es. Y lo que
quieras para ti.
Rhage se levantó de la cama desnudo y Lohrena
contuvo un jadeo. Y las ganas de seguirle y meterse en la ducha junto a él.
Rhage ya estaba mucho mejor, su cuerpo ya no estaba pálido y débil. Todo lo
contrario. Sacudió la cabeza cuando la puerta del baño se cerró, quitándole la
vista de ese enorme tatuaje que cubría toda su espalda, y ese trasero...
Fritz. Tenía que llamar a Fritz.
Rhage salió del cuarto de baño sintiéndose
notablemente más humano... o bueno, vampiro. Sonrió cuando vio a Lohrena en
medio de la habitación, rodeada de bandejas de comida.
¡Mía!
No estaba
seguro de querer comer nada... Lohrena estaba más que apetecible... Lo miró y
abrió mucho los ojos al verlo desnudo. Anda... no se había vestido. Que
despiste... ups. Su polla se endureció bajo la mirada de ella y se sacudió
pidiendo atención, al ver que Lohrena no desviaba la mirada y se lamia los
labios.
- ¿Ves algo que te gusta?
Lohrena lo miró, sacudió la cabeza y se sentó en la
cama, ignorándolo mientras él recuperaba fuerzas con los platos que le había
traído Fritz.
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