- ¿Desde cuándo recibes las notas?
- Un tiempo.
- ¿Cuánto?
Lohrena suspiró.
- Tres meses.
- ¿Tres? ¿Porque cojones no me has avisado antes? ¿O
a cualquier otro hermano?
- No pensé que fuera tan grave. Rhage, a donde vas,
mi casa está por allí.
- Vienes conmigo a la mansión de la Hermandad.
- ¿Que dices? Pero si...
- Pero nada. Estas en peligro.
- ¿Que peligro Rhage? No me ha pasado nada, solo
recibo notitas de un pesado.
- ¿Solo un pesado?
Rhage la miro atónito.
- Después de todo lo que te hizo, ¿llamas a Muhrder
"solo un pesado"?
- ¿Cómo Muhrder?
- Lohrena, esa es la letra de Muhrder.
Lohrena palideció, dándose cuenta de que realmente
corría peligro.
- Por la Virgen Escriba... ¿y qué voy a hacer?
- Yo te protegeré. La Hermandad al completo te... os
vamos a proteger.
- Pero Muhrder sabe dónde está la mansión, me
encontrará.
- No dejaremos que eso pase. Te lo juro Lohrena.
Asintió ausente, demasiado asustada para pensar con
claridad.
Llegaron a la mansión justo a tiempo para la Primera
cena y Fritz estuvo encantado de poder añadir dos platos más a la mesa. Rhage
cogió la mano de Lohrena y ella apretó con fuerza, olvidando su enfado por el
miedo que tenía. Entraron en el comedor y toda conversación ceso a la vez que
todas las miradas se centraron en ellos. Rhage se aclaró la garganta.
- Hermanos, os presento a mi futura Shellan.
Estamos esperando un crio y ahm... pues eso. Que se queda aquí conmigo. Con su
permiso, mi rey.
Todos quedaron callados, mirando a la pareja y
dirigiendo miradas nada discretas a la barriga de Lohrena donde se adivinaba un
pequeño bulto. Kihara fue la primera en romper el silencio, levantándose de la
mesa. Se acercó a Lohrena y le dio un abrazo fuerte.
- Bienvenida a la familia Lohrena.
Lohrena le devolvió el abrazo, sonriendo
tímidamente. Kihara la soltó y abrazó a Rhage.
- Enhorabuena a los dos. ¿Para cuándo podemos
esperar al peque?
Kihara realmente parecía contenta por ellos y
Lohrena se relajó un poco. El rey se levantó.
- Perdonad mis modales. Enhorabuena a los dos.
Lohrena, eres más que bienvenida en esta casa y serás tratada con todo el
respeto que mereces.
Lohrena se emocionó.
- Gracias... mi rey.
Wrath asintió complacido. Se elevo en toda su
altura, elevando su copa, e inclino hacia atrás la cabeza. Con una tremenda,
estruendosa voz, gritó tan alto, pareció que las paredes de la mansión
temblaron.
- ¡Por el pequeño!
Todos se levantaron, elevaron sus copas, y gritaron
con toda la fuerza de sus pulmones.
- ¡Por el pequeño!
Su coro de voces era audaz y lo bastante
ensordecedor para llegar a oídos de la Virgen Escriba. Lo cual era precisamente
como mandaba la tradición. Un apropiado y próspero brindis, pensó Rhage, aunque
su relación con Lohrena no era exactamente tradicional. Aun. Le dio un beso
casto delante de la Hermandad y estos volvieron a gritar.
- ¡Por el pequeño!
Cuando por fin se hizo el silencio, Wrath extendió
el brazo hacia los asientos vacíos de la mesa.
- Por favor sentaros. Fritz ha preparado cordero y
está para chuparse los dedos.
Virgen, que romántico!!!!!!!!!!
ResponderEliminarDonde anda tu musa? Espero que la recuperes pronto para que sigas esta magnífica historia.Me gusta mucho.
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