sábado, 27 de julio de 2013

Lover Reconciled - Capítulo 6


Esto era el cielo. Había muerto y llegado al cielo. El calor que sentía en los labios y que le recorría el cuerpo, no podía significar otra cosa. Qhuinn podía sentirlo. Intento abrir los ojos pero no podía. Probó mover los brazos, las piernas, los labios. Nada. Y así, tan rápido como había llegado, el calor de los labios de Qhuinn, se esfumó. Estoy soñando. ¿Por qué no puedo despertar? No sabía si estaba muerto o dormido, y le daba igual, siempre que pudiera volver a sentir los labios de Qhuinn, sobre los suyos. Antes de poder pensarlo más, la oscuridad lo envolvió de nuevo, haciendo que cualquier pensamiento quedara olvidado.

Una semana después:

Qhuinn paseaba de un lado a otro en el pasillo de la clínica de Havers. Una semana. Siete malditos días llevaba Blay en coma. Y Qhuinn no podía más. Se estaba volviendo loco de la preocupación. Havers le aseguraba que Blay evolucionaba bien, y él mismo veía como se le estaban curando las heridas y le volvía el color, pero no entendía por que no despertaba. Havers no tenía respuesta y repetía que lo único que podían hacer, era esperar. Después de las operaciones, lo habían movido a una habitación individual y Micaela continuaba alimentándole a ratos, ya que solo podía darle unas pocas gotas cada vez. Según Havers, esto le ayudaba, pero tenían que ser pacientes.

Los hermanos se turnaban haciéndole compañía, ya que él se negaba a abandonar la clínica y separarse del lado de Blay. John y Kihara estaban siempre pendientes de él, asegurándose de que comiera, descansara y de que tuviera ropa limpia para poder ducharse y cambiarse. Estaba en el pasillo con Kihara mientras John había entrado a la habitación con Blay. Una de las enfermeras, Ehlena, le llevo un café y como siempre, le sonreía con compasión.

- Se pondrá bien, ya lo veras.

Él no le creía del todo, pero le dio las gracias.

John salió de la habitación, como buscando algo a su alrededor, y evitando su mirada. ¿Qué demonios estaba pasando?

- Ehlena, ¿podrías llamar a Havers por favor?
- Si claro. Ahora mismo.
- John, ¿qué pasa?

Kihara se adelantó a la pregunta que se le había quedado atascada en la garganta. Qhuinn se levantó, dejando el café olvidado en una mesita.

- ¿John?
- Nada Qhuinn. Solo quiero que Havers le eche un vistazo a Blay.
- ¿Por qué? Dime la verdad. ¿Ha empeorado?

John miró a su amigo para hablar cuando Havers llego.

- ¿Me habías mandado a llamar John?

Sin dejar de mirar a Qhuinn, John respondió.

- Si doctor. Blay ha despertado.

 
 
Vio como el doctor Havers entró en la habitación y escuchó la conmoción en el pasillo.

- Dejadme entrar. Tengo que verle.
- Ahora no Qhuinn. Después puedes entrar.
 
Havers lo observó detenidamente.

- ¿Que tal te encuentras Blaylock?
- Bien.

Su voz sonaba rasposa y ronca.

- De acuerdo, muy bien. Déjame hacerte unas pruebas y comprobar el estado de tus heridas antes de llamar a Micaela.
- ¿Micaela?
- La elegida que te ha estado alimentando. Ahora que por fin estas consciente, puedes alimentarte bien y terminar de curarte del todo. Y después de eso, tu amigo Qhuinn puede entrar a verte, ha estado
- ¡No!

Havers lo miró sorprendido. Carraspeó.

- No quiero ver a Qhuinn. No quiero ver a nadie.

Havers asintió y comenzó las pruebas y comprobaciones.

Cuando Blay había abierto los ojos, casi había esperado ver a Qhuinn a su lado con cara de preocupación. Sin embargo, no había sido él. Había sido John el que le saludó y salió a avisar al médico. La decepción que eso le había causado, era demasiado. No quería volver a ver a Qhuinn. Al menos por ahora.

 

Qhuinn esperó pacientemente a que Havers hiciera lo que tuviera que hacer y luego a que Micaela alimentara a Blay. Cuando la elegida salió junto al doctor, Qhuinn fue a entrar, pero la delicada mano de la elegida, lo detuvo.

- El soldado Blay desea estar solo.

Qhuinn miró de ella a la mano que había posado sobre su pecho.

- Con todos mis respetos elegida, yo

Havers lo detuvo antes de que pudiera decir más.

- Blay no puede recibir visitas por ahora. Lo siento Qhuinn. ¿Por qué no vas a casa a descansar?
- Eso de las visitas va solo por mí, o
- No puede recibir visitas de nadie. Al menos por el momento.

Qhuinn se volvió a sentar en su silla del pasillo.

- Bueno doctor, pues cuando pueda recibir visitas, aquí estaré.

 
Dos días. Durante dos días había podido evitar ver a nadie. Pero Havers le quería dar el alta al día siguiente, así que tendría que enfrentarse a a todos. No se podía permitir pensar en Qhuinn. Ya había estado demasiado presente en su mente, estando inconsciente. Había sentido sus labios todas las noches y todas las mañanas. Su imaginación no le dejaba descansar ni medio muerto. Havers entró en la habitación, parecía nervioso.

- Blaylock, el rey quiere verte. No me puedo negar más.
- Esta bien, que entre. Tarde o temprano tendré que dar la cara.

El medico desvió la mirada.

- El rey ha dado permiso para que el primero en visitarte sea
- Qhuinn.

Blay suspiró mientras el medico asentía.

- De acuerdo, que pase.

Al ver el enorme cuerpo de Qhuinn entrar por la puerta un minuto después, su corazón dio un vuelco. Lo miró a los ojos y volvió a sentir mariposas en el estómago, como siempre que lo veía.

- Hola Qhuinn.
- ¿Me puedes decir en qué coño estabas pensando cuando saliste solo, a luchar contra unos antis?

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