jueves, 25 de julio de 2013

Lover Reconciled - Capítulo 5


Qhuinn descansaba la cabeza sobre las manos. Tenía una resaca de mil demonios pero daba igual. Blay llevaba horas en el quirófano con Havers. Las enfermeras que entraban y salían hablaban de hemorragias internas, perdidas de sangre y huesos rotos. Por mucho que susurraran, Qhuinn oía cada palabra y estaba destrozado por dentro. No lo podía perder. No se había movido de la sala de espera. Ni siquiera para cambiarse, aunque los hermanos le habían traído ropa.

- ¡Qhuinn!

Las voces de John y Kihara lo hicieron levantarse. Se abrazó a sus dos mejores amigos con fuerza. Aunque Kihara llevaba poco tiempo en su vida, la consideraba casi como una hermana.

- John, Kihara. ¿Qué hacéis aquí? Vuestra luna de miel aún no ha terminado.
- V nos ha contado lo de Blay. Teníamos que estar aquí. ¿Cómo está él, se sabe algo?
- Aun lo están operando. Pero no pinta bien John.
- ¿Y tú cómo estas Qhuinn?

Kihara. La dulce Kihara, siempre preocupada por todos.

- No lo sé. Si lo pierdo
- No lo vas a perder. Blay es un luchador, saldrá de esta. Pero, ¿Por qué no te cambias? Así cuando salga
- No. Hasta que no sepa algo más, no me muevo de aquí.

En ese mismo momento, salió Havers del quirófano con el rostro sombrío. Todos los hermanos lo rodearon de inmediato.

- ¿Cómo está?
- ¿Se va a recuperar?
- ¿Podemos verle?

Qhuinn permanecía callado, pero se había puesto de pie. Tenía los brazos lacios al lado del cuerpo, pero apretaba los puños con fuerza. Sentía la presencia de John y Kihara a su lado, apoyándole. Havers lo miró directamente a él cuándo hablo.

- Hemos podido detener las hemorragias internas, le hemos alineado los huesos, para que curen bien, y le hemos curado todas las heridas, con puntos donde era necesario.

Qhuinn soltó el aliento que había estado conteniendo, pero Havers no había terminado aún.

- No está curando tan rápido como debería. Necesitamos que venga una hembra a alimentarle.

John interfirió.

- Kihara puede

Havers lo callo antes de que pudiera terminar.

- El problema es que está en coma. Y no sabemos cuándo puede despertar. Si es que lo hace.

Qhuinn sintió como toda la esperanza lo abandonaba de golpe. Escucho como Vishous hablaba con Havers.

- Voy a por una elegida.
- De acuerdo. Eso puede ayudar, pero le tendremos que alimentar muy poco a poco, ya que el solo no puede tragar.
- Entiendo. Traeré a la más fuerte. Enseguida vuelvo.

Havers se acercó a Qhuinn.

- Si quieres puedes ir a verlo.

Qhuinn avanzó de inmediato, pero Havers lo detuvo.

- Antes, tienes que ducharte y cambiarte. No podemos arriesgar una infección con lo débil que esta. Tardaría años en recuperarse. En mi oficina hay un cuarto de baño con ducha. Puedes usarlo.

Qhuinn asintió.

- Gracias doctor.

Qhuinn permaneció bajo el agua hirviendo solo unos minutos, asegurándose de que estaba muy limpio. Se vistió rápidamente y volvió a la sala de espera donde los hermanos seguían esperando.

- Micaela esta con él. Lo alimentara para que coja fuerzas cuanto antes, y pueda curarse del todo. Se pondrá bien.

John le apretó el hombro. Sabía que la elegida Micaela era una de las más fuertes. Solo alimentaba a los Hermanos en casos extremos, y aunque Blay no era un Hermano, este caso definitivamente era lo suficientemente extremo para que necesitara su ayuda.

- Gracias

John asintió.

- Por ofrecer que Kihara

- Fue ella la que se ofreció, y Blay lo necesitaba. Haríamos cualquier cosa por vosotros, eso lo sabes.

Qhuinn asintió emocionado.

Micaela salió del quirófano donde se encontraba Blay.

- He alimentado al soldado Blay. Volveré cada dos horas para alimentarle de nuevo, hasta que este recuperado.

Antes de poder darle las gracias, desapareció.

- Qhuinn, puedes pasar a verle. Solo unos minutos, que tiene que descansar.

Havers le abrió la puerta y Qhuinn entró en otro mundo. Maquinas que pitaban intermitentemente, tubos conectados a esas máquinas y en medio de todo eso. Blay. A Qhuinn se le encogió el corazón. Blay estaba pálido, tenía moratones, cortes y puntos por lo que se le veía del cuerpo, que no era mucho. No se quería ni imaginar las heridas que quedaban escondidas bajo las sabanas. La culpabilidad lo inundaba. Si no lo hubiese buscado, Blay no se hubiese enfadado y no se hubiese marchado solo, en busca de los antis. Todo esto era por su culpa. ¿Cómo podía hacer para arreglarlo? Con cuidado se acercó a Blay y susurro lo siento antes de posar sus labios sobre los de él.

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