John se levantó de la silla sin
soltarla y la puso en la cama con cuidado. Debía preguntarle a Vishous si
Kihara estaba lo suficientemente recuperada como para hacerlo pero qué
demonios, ella lo necesitaba y era lo normal después de pasar por la
transición. Y era su mujer, su shellan,
aunque no fuera oficial todavía. Ella se lo había pedido y John jamás le
negaría algo que ella le había pedido. Con mucha ternura le secó las lágrimas y
la besó suavemente, no queriendo asustarla.
- ¿JM?
John se detuvo en seco y la
miró con preocupación.
- No soy de cristal. Te
necesito a ti. A mi JM salvaje y apasionado.
- No te quiero hacer daño.
- ¿Entonces qué? ¿Ahora te tengo que llamar papá?
- No lo harás. Necesito
recuperar la normalidad de mi vida.
Y con una pícara sonrisa
añadió,
- … y creo recordar que el sexo
salvaje, era parte de mi vida.
Kihara le sonrió mostrando sus
colmillos y John no se pudo contener. Si su Kihara quería sexo salvaje, John
estaba más que dispuesto a complacerla.
Con un patético gemido de alivio
y gratitud, John la besó. La había echado tanto de menos que volver a tenerla
en sus brazos parecía un sueño. Le besó en el cuello. Aun no podía morderla,
pero pronto, muy pronto… Sintió que ella se movía, y luego su mano rozó la
erección. Quedó inmóvil por la intensidad de volver a sentir las manos de
Kihara sobre su piel, mientras un sonido grave salía de su pecho.
- Estate quieta nalla. Déjame complacerte.
Sorprendiéndolo con su fuerza,
ella lo movió, empujándolo y colocándose encima de él, sujetando con fuerza sus
muñecas y manteniéndolo quieto.
- Relájate. Déjame tomar el
control a mí.
John la miró incrédulo y con
jadeante expectación mientras ella presionaba sus labios contra los de él.
Introdujo la lengua en su boca, penetrando, deslizándose dentro y fuera
imitando los movimientos que pronto harían con otras partes de sus cuerpos.
Su cuerpo entero se puso rígido
cuando Kihara bajó por su cuerpo. Le lamió el cuello. Le chupó los pezones.
Restregó las uñas suavemente sobre su vientre. Le acarició las caderas con los
dientes y John notaba como sus colmillos le rasgaban suavemente la piel. Estaba
sudando y su corazón latía con fuerza, sabiendo a donde se dirigía la boca de
Kihara. En cuanto sus labios lo rodearon, sintió que casi perdía el control. La
tenía que detener o iba a tener un orgasmo mucho antes de lo que debía. Gimió
fuertemente, a punto de explotar y con ello haciendo que Kihara se retirara,
dándole suaves besos en los muslos, mientras el intentaba tranquilizarse. Sin
darle mucho tiempo, de nuevo Kihara se lo introdujo en la boca. Sabía
exactamente cuándo acelerar el ritmo y cuándo hacer una pausa. La combinación
de su boca húmeda en el grueso glande y sus manos moviéndose arriba y abajo en
el pene lo estaban llevando a una locura que apenas podía soportar. Lo llevó al
borde una y otra vez hasta que se vio obligado a suplicar.
- Kihara. Nalla. Por favor…
Con una sonrisa pícara, Kihara
lo miró y se movió, montándose a horcajadas sobre él. John miró al espacio
entre sus cuerpos. Los muslos de ella estaban completamente abiertos sobre su
miembro palpitante, y por poco pierde la cordura.
- Tómame -gimió-. Por favor.
Kihara se dejó caer, introduciendo
su duro pene palpitante en su interior. Apretada, húmeda, caliente, lo envolvió
por completo. Ella empezó a moverse a un ritmo lento y constante, y él no
aguantó mucho. Había pasado demasiados días sin ella, sufriendo, y ahora que la
tenía aquí, su cuerpo estaba tan sensible que la sola sensación de tenerla
cerca, lo tenía al borde del clímax. Kihara apretaba sus músculos vaginales a
su alrededor, y John perdió el control. Agarrándola fuertemente por la cintura
embistió fuertemente hasta notar como Kihara se deshacía encima de él. Su
placer lo arrastro a él a un orgasmo tan poderoso que parecía que lo hubieran
desgarrado en dos; las descargas de energía crearon una onda de choque que
llenó toda la habitación, estremeciendo el mobiliario y apagando la velas.
Kihara sonrió en la oscuridad
al escuchar el sonido que hizo John mientras su cuerpo se estremecía bajo el de
ella. La fuerza de su orgasmo la alcanzó también, y cayó sobre el jadeante
pecho del macho mientras una segunda ronda de sus propias deliciosas oleadas la
dejaban sin respiración. Después de unos minutos, le dio un beso suave en el
hombro.
- Y ahora ¿me traes el beicon y
el chocolate?
Kihara despertó más que
saciada. JM no se había negado ni una sola vez a complacerla y le había traído
cantidades absurdas de beicon y chocolate. El seguía dormido y ella se sentía
bien, casi normal. Pero sabía que de normal ya tenía poco. Ahora era una
vampira como John, como los hermanos. De todas formas, no importaba, ya que no
le quedaba nadie que la echara de menos en el mundo “real”. Sus padres… se le
partía el corazón al pensar en sus padres. Y aunque intento no llorar, pronto
sus sollozos despertaron a JM que simplemente la abrazo y dejo que se
desahogara, como si supiera en que estaba pensando. No los volvería a ver. Ni
siquiera sabía que había pasado con sus cuerpos. Le tenía que preguntar a JM
pero tenía el corazón encogido y no podía hablar.
- Nalla tranquilízate. Vístete que te quiero enseñar algo.
Kihara dudó. Aun no estaba
segura de poder enfrentarse a los hermanos. Sabía que todos habían estado de
visita en algún momento u otro pero como había estado inconsciente, no los
había visto. Ahora, necesitaba digerir lo de sus padres antes de enfrentarse a
esta nueva vida. Como siempre JM intuía lo que la preocupaba.
- No vas a ver a los demás
hasta que estés lista ¿vale? Solo saldremos a la parte trasera de la mansión
para que veas algo, ¿de acuerdo?
John guió a Kihara por la
mansión hacia el pequeño cementerio. Sabía que todos los hermanos, Qhuinn y
Blay y hasta Fritz estaban deseando verla, sobre todo Vishous, pero Kihara aún
no estaba preparada. No decía nada pero sabía que estaba pensando en sus
padres. Ese era un recuerdo doloroso que John le hubiese quitado con gusto,
pero esperaba que el tenerlos cerca, mitigara un poco ese dolor. A la entrada
del pequeño camposanto John la detuvo y le cogió las manos. Quería que
estuviera preparada.
- Nalla, cuando desapareciste, fuimos a tu casa y allí encontramos a
tus padres.
- Sí. Están muertos, los vi.
John asintió y la abrazó
dándole un beso en la frente.
- Nos los trajimos aquí. Tus
padres están enterrados aquí.
- ¿Qué? ¿Por... por qué?
- Ven, que te lo enseño.
Caminaron cerca de las tumbas
de los primeros hermanos hasta llegar a las más recientes, que estaban cubiertas
de flores.
- Oh dios mío JM. ¡Están aquí!
¿Pero por qué?
Kihara se arrodilló delante de
las tumbas igual que hizo John aquel primer día. Se apartó un poco para dejar a
Kihara intimidad. Después de un largo rato, Kihara se levantó, con el rostro empapado
en lágrimas y buscándolo con la vista. Se acercó a él y lo besó.
- Gracias. Jamás hubiese
pensado que los tendría tan cerca. Pensé que sus cuerpos se habrían perdido o…
- Eres parte de la familia.
Wrath lo sabe tan bien como yo y dejo que organizáramos todo para cuando
volvieras. Cuando estés preparada haremos una ceremonia.
John dudó, no estaba seguro si
contarle a Kihara su relación con Vishous. Decidió que sería mejor que lo
supiera todo.
- Bueno, también te digo que
tus padres están aquí por derecho propio. Sobre todo tu madre.
Kihara lo miró sin entender.
- Hay algo que debes saber…
¿Estas preparada para ver a Vishous?
Kihara decidió que sí, que
estaba preparada para ver a Vishous y a todos los demás. Tenía que volver a su
vida cuanto antes, y ahora formaba parte de esta vida al lado de JM. Agarrando
su mano con fuerza se dirigieron juntos a la sala de juegos. Kihara se emocionó
al oír todos esos sonidos tan familiares. Cuanto los había echado de menos.
Había una película puesta, probablemente alguna versión de Godzilla, la máquina
de palomitas sonaba y el olor llenaba la estancia. Las bolas de la mesa de
billar chocaban entre sí, y se escuchaban las típicas maldiciones que estos
hermanos estaban acostumbrados a usar sin parar. Se sentía un poco nerviosa
aunque sabía que no tenía por qué. Entraron en la sala y todo ruido ceso menos
el estallido de las palomitas mientras se hacían.
Whoa… solo se sentía un pelín
observada… era el centro de atención de nueve vampiros enormes, y eso
intimidaba... un poquito.
Estaban todos esperando que
ella diera el primer paso, hasta que Vishous abrió los brazos. Kihara miró a JM
indecisa. Se hubiera tirado a sus brazos sin durar, pero sabía que eso le
dolería a JM…
- Ve con el nalla.
Ehm… vale ¿qué estaba pasando
aquí…? El JM de antes jamás le habría dicho eso.
Kihara lo miró extrañada y el
asintió, dándole un pequeño empujón hacia Vishous. Dando unos pasos más, se
sintió envuelta en el abrazo de Vishous. Nadie dijo nada durante largo rato,
hasta que Qhuinn abrió su bocaza.
- Venga V, suéltala, que los
demás también la hemos echado de menos.
Vishous le besó la mejilla.
- Bienvenida a casa Kihara.
Su voz estaba cargada de
emoción pero no tuvo tiempo de pensarlo ya que pronto se vio envuelta en abrazo
tras abrazo. De vez en cuando miraba a JM para asegurarse de que estaba bien,
pero sorprendentemente no había ni una sombra de celos en su rostro, solo una
gran sonrisa y mucha ternura. Cuando se aseguró de haber abrazado a todos,
volvió con JM que le rodeo la cintura con los brazos. Vishous estaba cerca, ya
que había estado hablando con JM.
- Bueno chicos ¿queréis hacer
esto aquí o mejor en privado?
Kihara se agarraba fuertemente
a JM mientras Vishous se lo contaba todo, y los hermanos escuchaban atentos. Se
lo contó todo con detalle, como conoció a Amelia, como le había contado lo de
la h en los nombres, como encontró los papeles en casa de sus padres… Kihara
siempre se había preguntado por qué su nombre era tan original y ahora tenía la
respuesta.
- Así que yo soy tu tátara…
- Sí. Pero yo te considero
simplemente mi nieta. O mi hija. Si tú me lo permites.
Era enternecedor ver a este
vampiro tan grandullón con esa perilla y esos tatuajes en la cara, preguntarle
si le permitía considerarla su hija. Soltó a JM y le cogió las manos a Vishous.
- Será un honor para mí que me
consideres tu hija.
Vishous la miró aliviado y
orgulloso mientras Kihara mostraba una gran sonrisa.
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