Sus labios la estaban volviendo loca.
John Matthew siempre la torturaba así, cubriéndola de besos y caricias hasta
que se encontraba al borde de un orgasmo explosivo y terminaba rogándole que la
tomara de una vez por todas.
- ¡John!
El se detuvo inmediatamente y la miró
con ese brillo travieso que a ella le encantaba. Kihara se retorcía debajo de él,
pero él la inmovilizó fácilmente con su cuerpo, rozándola con su impresionante
erección.
Kihara gimió.
- John, ¡por favor!
- John, ¿qué más?
- JM - La voz apenas le salía en un
susurro - no me tortures así... te necesito dentro de mi, por favor.
- Así me gusta...
Kihara jadeo cuando John por fin la
embistió...
Kihara despertó de golpe, como siempre
que uno de estos sueños eróticos la asaltaban. Jamás había llegado hasta el
final en uno de sus sueños, despertándose siempre al borde de un clímax, pero
frustrada porque este nunca llegaba.
Se acomodo en la cama de nuevo
intentando reconciliar el sueño ya que solo eran las 3 de la madrugada. Hacía
años que estos sueños la asaltaban y todavía no se creía que un libro la
hubiese afectado tanto. Su copia de “Amante mío” tenía un lugar permanente en
su mesita de noche y estaba desgastado de las veces que lo había leído.
Sabia con bastante certeza que los
hermanos tenían que existir de verdad aunque le resultaba imposible
encontrarlos.
Kihara se levanto de la cama porque sabía
que no volvería a quedarse dormida. Desde su ultimo año en el instituto había
tenido sueños muy intensos, siempre con John Matthew y siempre tan reales que a
veces hasta se despertaba llorando, con el corazón partido por que el se había
despedido de ella y jamás la había vuelto a buscar. “Estás loca” se dijo
a si misma, ¿pero qué otra cosa podía pensar? Si hasta había veces en las que
se despertaba rodeada de un olor especiado, apenas perceptible, pero que la
hacían añorar algo... aunque no sabia con seguridad, el qué.
Fue hacia la habitación en la que
investigaba todas las cosas que ella pensaba que podrían tener algo que ver con
la hermandad.
Actualizo su diario con el último sueño
- ya que los anotaba todos - y cogió el periódico de ayer que había guardado.
“Universitario Christian Limah
desaparece de su casa en Caldwell”
Kihara se acordaba de Chris, era un
chico que había ido a su mismo instituto, aunque dos clases debajo de ella. Su
instinto le decía que esta desaparición tenía algo que ver con los hermanos
¿pero que podía ser?
- ¡Sácame de aquí, Blay!
John se paseaba de un lado a otro en su
“jaula” de acero. Estaba furioso con su rey, sus amigos y todos los hermanos.
Todos los años desde que dejo a Kihara en su casa, lo encerraban aquí durante
su periodo de fertilidad, ya que el primer año salió como loco en busca de
Kihara. Lo único que lo detuvo aquella vez de hacerla suya era que ella ya no
parecía vivir allí. En la casa en la que la había dejado esa última vez, solo
estaban sus padres, y Wrath lo encontró tumbado en el jardín, jadeando
desesperado, intentando averiguar dónde podía estar ella. Y más importante, con
quién.
Desde entonces, Wrath no se arriesgaba
y lo encerraba durante esos días para que John no perdiera el control o la
cordura con el deseo intenso de marcarla.
Blay ignoraba a John lo mejor que podía
mientras esperaba que Qhuinn bajara con algo de comer. Esto de vigilar a John
en estos días, lo ponía de los nervios. No le gustaba ver a su amigo así y más
de una vez se había sentido tentado de buscar a esa chica Kihara para que al
menos uno de los tres pudiera ser feliz.
- Vamos Blay tío. No iré a ninguna
parte ¿vale? Sácame de aquí y nos vamos al ZeroSum o algo.
- ¿Ya estas molestando a Blay?
Qhuinn entró en la habitación con una
bandeja grande de comida y la vista de Blay recorrió el musculoso cuerpo de su
amigo brevemente.
- Venga John, ¿qué quieres? Hay
cordero, pollo, sándwiches... - tú dirás.
John se acercó a los barrotes y usando
todas sus fuerzas, intentó separarlos. Qhuinn soltó una carcajada.
- Venga ya Johnny, ¿cuántas veces has
intentado eso? Esa jaula no lo puede partir ni el hermano Vishous con su mano ¿qué
te hace pensar que tu si lo vas a lograr?
Cogiendo dos sándwiches de la bandeja,
Qhuinn se sentó al lado de Blay y le dio uno.
- Tío, estos sándwiches que hace Fritz
están para morirse. ¿Seguro que no quieres uno, John?
Sacando los colmillos John lo mando a
la mierda y se fue a tumbar en la cama. Gracias a Dios Wrath había pensado en
todas las comodidades así que más que una jaula era una habitación rodeada de acero.
Con un brazo se tapo los ojos e inmediatamente imágenes de Kihara lo asaltaron.
No pasaba ni un día en el que no pensara en ella, pero estos días en los que
estaba fértil, la necesidad de marcarla, de hacerla suya, se hacía
incontrolable. Su olor único saturo la habitación.
- Tío, deja de pensar en esa chica
¿quieres? Estamos comiendo. ¡Apestas!
- Vete a la mierda. ¿Por qué no os vais
a comer en la mesa con los demás?
-
Serás desagradecido. Solo estamos aquí para hacerte compañía, capullo.
John tiró la almohada hacia los
barrotes. Estaba muy frustrado y necesitaba quedarse a solas un rato para
intentar aliviarse un poco. Se movió incomodo. Tenía los pantalones tan
apretados que le dolía.
- Pues vaya compañía que sois.
- Oh vamos, que tu eres la alegría de
la fiesta en estos momentos. Pfff... Menos mal que solo te quedan dos días.
Gracias a Dios - pensó John.
Solo dos días, y la volvería a ver.
Como ayudante de un bufete de abogados,
Kihara tenía acceso a mucha información confidencial. Le quedaba poco para
terminar la carrera de derecho y obligatoriamente tenía que hacer unas semanas
de prueba con algunos de los abogados más prestigiosos a los que deseaba unirse
pronto.
Ahora mismo estaba revistando el caso
de Christian. Sus padres habían denunciado a la universidad de su hijo por la
desaparición del mismo, y Kihara no los culpaba. En los últimos años habían
desaparecido muchos jóvenes, casi uno al mes. Los cuerpos aparecían algunas
semanas después, justo antes de que desapareciera otro chico o chica de la
misma edad. Los institutos y universidades estaban en alerta por lo mismo. ¿Por
qué la hermandad no hacía nada? Kihara sacudió la cabeza. Su mundo de fantasía
la estaba llevando al borde de la locura. Era la policía la que tenía que
intervenir e investigar en esos casos, no una hermandad imaginaria.
Volviendo su atención a los documentos
que tenía delante, Kihara leyó que Christian tenía 21 años estudiaba medicina y
el decano con el que había tratado la policía se llamaba Steve Edwards. Kihara
frunció el ceño... ¿de qué le sonaba ese nombre?
Edwards...Edwards... Stan Edwards!
El decano se llamaba casi igual que el
director de su instituto. Tenía que ser una casualidad ¿no? Se acordaba que el
director de su instituto había muerto de un ataque al corazón, aunque
supuestamente en extrañas circunstancias, durante un simulacro de incendios.
Kihara ignoro el pequeño dolor de cabeza que le entraba cuando pensaba en ese
día, con el cual también soñaba a veces. Decidió hacer una búsqueda en
Internet, seguramente se equivocaba pero tenía que asegurarse. Por un lado
busco al director Stan Edwards y por el otro al decano Steve Edwards. Lo que
encontró le dio muy mala espina.
Stan y Steve eran la misma
persona.
Las alarmas de los cuatro juguetes
sonaron y Vishous se acercó para ver qué pasaba. Alguien había estado buscando
información sobre Stan Edwards, el antivamp del que se habían encargado
hacia ya varios años. ¿Quién demonios podría estar interesado en ese “hombre”
tantos años después de su muerte? Vishous rastreo el IP desde donde se había
realizado la búsqueda. Apareció la dirección de un bufete de abogados en el
centro de Caldwell. Tendrían que ir a investigarlo. En estos años la lucha
contra los Antivamps no había ido demasiado bien, los cabrones sabían cómo
ocultarse y eran muy pocas las veces que tenían una pista que seguir para poder
salvar la vida de algún joven inocente. Sin embargo, en las últimas 48 horas
habían ocurrido dos cosas; uno de los alumnos que aparecía en los archivos
marcados, había desaparecido, y ahora alguien buscaba al director difunto del
instituto donde encontraron esos mismos archivos...
- ¡Butch!
- Dime hermano.
- Necesitamos un abogado ¿verdad?
Butch vigilaba mientras Vishous hacia
lo suyo con los ordenadores del bufete. Habían ido después de que cerrara, para
investigar tranquilos y Vishous estaba buscando un ordenador en particular,
frunciendo el ceño cuando aparentemente encontró el que buscaba.
- Ayudante 3. Qué coño les pasa que no
le ponen los nombres de sus ayudantes. Butch ¿has comprobado todas las
oficinas?
- Si, esta todo como debería estar. Los
antis no han estrado aquí, no habría ni una huella si así fuera. Esos
capullos cubren sus huellas mejor.
Sacando algo de su bolsillo, Vishous
levanto el ratón y le pego algo debajo.
- De acuerdo, veamos que tiene que
decirnos Ayudante 3 sobre Stan James.
Por fin John se había quedado solo. Blay y Qhuinn
estaban fuera mientras John se daba una ducha. Solo le quedaba un día, y
volvería a sentirse como siempre, al menos se podría deshacer de su eterna
erección. El cuerpo le dolía físicamente de las ganas que tenía de poseer a
Kihara.
- Dios ¡cuánto la echaba de menos!
Después de aquella primera vez en la que había
intentado encontrarla, la había buscado y la había encontrado. Vivía cerca de
la universidad de New York. Vivía sola en un apartamento y John no podía hacer
otra cosa que vigilarla para asegurarse de que estaba bien. A veces hasta se
desmaterializaba brevemente dentro de su habitación para cerciorarse de que
dormía sola. Aunque fuera de su periodo de necesidad se controlaba, su mente
todavía gritaba “mía” cuando la veía, así que se alegraba de que Kihara
parecía más interesada en sacar su carrera, que en echarse un novio. John se
enjabonó y comenzó a acariciarse. Tenía la polla rígida y gruesa, la punta
estaba brillante y lista para penetrar. Se imagino tocar esa piel sedosa y
suave y se agarró la erección con su amplia mano acariciándose a sí mismo. Oh…
joder… se sentía bien…
Pensó en que iba descendiendo por el cuerpo de
Kihara, besando cada curva de su cuerpo. Imaginaba su cara de placer cuando él
le mordisqueara los pezones, haciendo que se endurecieran bajo sus
caricias. John aumento el ritmo
bombeando dentro de su mano impulsándose con las caderas. Su polla se estaba
preparando para estallar; sus testículos se comprimieron hasta ponerse duros
como puños, la parte baja de su espalda se aqueo mientras movía la mano arriba
y abajo sobre la húmeda vara. Su mente proyecto imágenes de Kihara encima de
el, cabalgando desenfrenadamente. Oh, si… aquí viene… la tensión en sus
testículos creció como si fuera un cable retorcido y sus caderas se balancearon
incontrolablemente y comenzó a eyacular. Tuvo que morderse el labio para no
gritar y alertar a la hermandad. El orgasmo siguió y siguió mientras fantaseaba
acerca de ellos dos haciéndolo como si fuera la primera vez, salvaje y duro.
Mientras las imágenes se desplegaban en su cerebro, su cuerpo no dejaba de
eyacular. Podía seguir haciéndolo durante diez minutos seguidos, literalmente,
hasta que quedaba exhausto de aguantar su cuerpo contra las resbaladizas lozas
de la ducha.
Cuando finalmente termino su orgasmo, se apoyo
contra la pared jadeando. No podía esperar a ser un hermano para por fin poder
hacer todas sus fantasías realidad con la mujer de sus sueños.
El viaje en coche lo hicieron en silencio. Qhuinn
conducía hacia la dirección que ella le había dado, mientras ella se quedo con
John en el asiento trasero. John se aferraba a su mano pero se negaba a
mirarla. Ella quería tirar de su brazo, girarle la cara hacia ella,
gritarle...algo. Algo que provocara una reacción, pero no se atrevía, ya que la
tensión dentro del Hummer se podía cortar. Mas de media hora mas tarde pararon
delante de su casa y Kihara tuvo el impulso de patalear y rogarle a John que la
llevase de vuelta con el. John se bajo del Hummer sin soltarla, ayudándola a
bajarse. Llevando su mochila en una mano, y a ella en la otra, la acompaño
hasta la puerta, ya que dada la hora que era, todo estaba a oscuras. John se
volvió hacia ella.
- JM que...
El sonrío tristemente.
- ¿Sabes que eres la única que me llama así,
pequeña?
- Ah... lo siento.
- No. No lo sientas. Me gusta, es como más
personal, mas intimo. Es algo solo tuyo.
- Bueno, pues entonces siempre te llamare así. JM.
El se acercó a ella y le acaricio el pelo para
seguidamente darle un beso en la frente.
- Adiós nalla.
- ¿Volveré a verte?
- Si, algún día. Pero no pasa nada, hasta entonces,
no te vas a acordar de mí.
-¿Qué? ¡No!, No puedes hacerme eso.
- Tengo que hacerlo.
- ¿Por qué? - la voz entrecortada de Kihara
mostraba lo cerca que estaba del llanto.
John se acercó a ella y la besó suavemente.
- Algún día volveré a buscarte, nalla, pero hasta entonces, cuídate mucho ¿vale?
John la apretó contra el y la beso con pasión.
Kihara podía oler el olor personal de John Matthew con intensidad, pero cuando
abrió los ojos estaba sola. Kihara miró a su alrededor y al final de la calle
vio un Hummer doblando la esquina. ¿Qué demonios...?
Kihara se toco los labios que tenía hinchados y miró
en la dirección en la que había desaparecido el Hummer. No sabía porque, pero sabía
que ese Hummer, llevaba su corazón.
Kihara despertó de golpe y arrancó a llorar. ¿Donde
estas JM?
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